Cogemos
un autobús junto al camping hasta la estación de tren de Cascais. De ahí
llegamos en menos de media hora a la estación de Cais do Sodré en Lisboa y mientras
esperamos que abra la oficina de información turística de la Plaza do Comercio
nos tomamos un desayuno continental en Portela Café.
Preguntamos
en la oficina de información por el mercado popular de Feira da Ladra, que monta
sus puestos los martes y sábados. Nos lo indican en un mapa y, plano en ristre,
nos dirigimos hacia el barrio de la Alfama.
Callejeamos
sin prisas perdiéndonos y encontrándonos por el laberinto de cuestas y
escalerillas, parando a descansar en sus miradores o a la sombra de sus
iglesias.
Finalmente,
cuando estamos a punto de desistir, encontramos el mercadillo entre el
Panteón Nacional y Nuestra Señora de Gracia.
Pasamos
el resto de la mañana curioseando entre sus puestos de artesanía, antigüedades,
cacharrería y ropa vintage.
Comemos
junto al castillo de San Jorge en el restaurante O`conquistador.
De camino hacia el centro nos llama la atención una exposición fotográfica en plena calle que rinde homenaje a los habitantes más veteranos del barrio.
Por la tarde
recorremos el Barrio Alto y el Chiado. Cinco años después de nuestra última
visita, Lisboa está aún más bonita y más cuidada sin perder ni una pizca de su
tradicional encanto.
De camino hacia el centro nos llama la atención una exposición fotográfica en plena calle que rinde homenaje a los habitantes más veteranos del barrio.
Regresamos
al camping y vemos atardecer junto a las dunas de la playa de Guincho.
Nos
despedimos de José Ramón, Irene y Alicia durante la cena, ya que mañana
saldremos temprano hacia el Algarve.
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